martes, 22 de febrero de 2011

Seguro está el que se arrima a la verdad, puesto que...

Los hombres que, con sus doradas bocas,
Declaran la Verdad con distinción,
de tan rara naturaleza son,
tan peculiar el hado que les toca,
que de oro podrían, se me antoja,
levantarse sus homenajes por
todo lo ancho del mundo, señor,
en cada paraje que los acoja,
y nadie, aseguro, llegaría
con la idea de hacer ultraje
A estas sólidas fisonomías,
Vestidas con tan tentador ropaje.
Tan ocultas tierras ampararían
de estos héroes los homenajes.

Junio de 2010

© Wilhelmus Blaranzita

viernes, 11 de febrero de 2011

Luporum Melus

Aun los seres más vulgares
entre la raza de los hombres
sus instintos plebeyos ciñen
al yugo de los buenos nombres
¡Qué extraño, en verdad, es ver
sentados a aquellos amigos
con tanto tacto declamando
sus tan insulsos artificios!

Es como si admitido fuese
en las diarias conversaciones
lo más soez mientras medie
entre aquello simulaciones.
Todo conforme y aceptado
es en tal ataviado son
mientras tengamos en acuerdo
mayoría de aprobación.

Si escrito tal fallo estuviese,
así el decreto diría:
"Feliz e idiota siempre sed,
mas no olvidéis la cobardía,
ya que sin este aditamento
tu estulticia no perdona
el tan pretendido amigo,
que a escondidas te baldona."

"Mas acordado lo anterior
no os olvidéis del inciso:
permitido es por la ley,
y a la ilusión es muy preciso,
que ataquéis al uno que no
sea de esta reverente,
que sutil lo torturéis sin
romper la concordia vigente"

Así, contentos y felices
a su gusto ellos vivieron
en la malla de la ilusión
que tan gustosos se tendieron;
si encarar la realidad
es verse en el feo aprieto
de contemplar en ellos mismos
la exhibición de los defectos.

Y mientras en dicho embuste
prosperan los Hijos de Dios,
el gentil, en cuya decencia
a toda prueba, dijo adios,
A su amada guarida vuelve,
a su círculo abandonado,
el orbe ingrato de los hombres,
en suficiencia, explorado.

¡En su cautiva inteligencia
uno no querría perderse,
donde toda la rebeldía
nunca puede dejar de verse!
¡Donde la bestia se libera
del sucio fango que hiede
a disimulo, fingimiento
y mentiras de toda especie!

En su medio, al fin desnudo,
el hombre se ve a sí mismo
y horrorizado, mas de ser
fragmento de tanto cinismo,
de toda la mendacidad,
que rellena la humana hondura,
sacude el alma y vuelve
a regirse por su cordura.

¡Instinto, gran violencia,
pasión, fuego, hambre de vida!
¡Mórbido humor, lo auténtico,
la existencia de orgullo henchida!

¿Y qué puede este cismático
decir a todos sus hermanos,
qué lección vamos a extraer
de su vivencia y de su engaño?

¡NO HAY!

Dejad la enseñanza,
un escolio lo dice todo:
"No soy hombre civilizado,
ni soy tampoco mono - ¡Soy lobo!"

Agosto del 2009 - Septiembre del 2010

© Wilhelmus Blaranzita

domingo, 6 de febrero de 2011

La Fría Doncella Insolícita

Las nubes aprontan atardeceres
y no nos dejan avistar por ello
en las alturas a discretos seres
recubiertos por acerado velo.

Antelan las nubes el aguacero
y bajo mi confortante cubierta
espero que caigan luego los cuerpos
que deshagan la sed de la tierra.

¿Sientes nostalgia por mejores tiempos?
No te lamentes del sombrío Invierno
La melancolía a su tiempo cede
al estío y sus halagos ardientes.

Es como doncella insolicitada
Y, no obstante, en tí vive y en mí
en la mitad febril de la jornada
frío podemos también sentir.

Mayo de 2010

© Wilhelmus Blaranzita

martes, 1 de febrero de 2011

El Anacoreta

Sin dejar en su eremitismo
De creer en la bella gente
En sus coloquios él presente
Se vuelve apóstata ahí mismo.
Sin odio rechaza la vida
En multitudinario exhausto,
La tierna existencia sin fausto
La cree más a su medida.

No cambiaría, en efecto,
La apacible vida estoica,
Ya que es en lazo perfecto
Una con su avenida lógica;
Dulce llamado del asceta,
Que aunque elegido no sea
De la turbulenta ralea,
Sin pena alguna la deserta.

Porque no es libre el hombre
Si no posee la paz en sí,
Aunque no sepa ciertas dichas
Saborea otro frenesí.

Mas le priva su inclinación,
Sin duda alguna, de cierto empleo -
Disgusto mayor, en verdad,
Si fealdad no es su defecto.

Porque solo amar no puede,
No se le presentan en su retiro
Los goces de la juventud,
Su delicia, su dulce delirio.

Pasa sus días con Dios,
Y aunque se vea siempre con Él,
Tristes son a veces sus días
Sin la amada que se acoja a él.

Agosto de 2010

© Wilhelmus Blaranzita