Cuando el día dase al reposo
y todo en el orbe es silente
comienza el anhelo de gozo
a hablar en cada alma viviente.
Cuando Noche cubre a la tierra
con un tocado más que oportuno,
y toda vergüenza destierra
de los dos que harán solo uno.
Mas lo que la noche recata
ve con ojo límpido y pleno
la luna de faz timorata
siempre que esté el cielo sereno.
En su ambular lento y curioso
a través del gran firmamento,
¿no crees al astro celoso,
viendo a tanto amante contento?
(Abril de 2012)
© Felipe Serra