Descomunal, bella en apariencia
Es la perenne vasija del alma.
Duro no le es recibir con calma
Del cosmos las lúcidas sapiencias.
Siento la voz ingresar por mis ojos
Del espacio en momentos remisos,
En mi cabeza, al mundo de hinojos,
Percibo uno tras otro prodigio.
Es vientre materno aquella maceta
Y es la planta una nueva vida;
Una columnata distribuida
Es tela plegada cuando sujeta.
Y el brillo del sol sobre la misma
Matices toma de caleidoscopios.
Se que de mis ojos no es sofisma
Presenciar tan irreales acopios.
Marzo de 2010
© Wilhelmus Blaranzita
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