Un barrunto azul entreveo apenas
sobre párpados recién develados,
que por siglos estuvieron cerrados
a todas las alegrías y penas.
Del goce de ver comunes escenas
tras de muchos eones enlutados,
con labor abrí los ojos privados
de luz y otras cosas a mí ajenas.
¿Y que vi? Pues una luna luctuosa
sobre un firmamento sin candiles
alumbrando pérfida y odiosa
parajes vastos de rocas seniles,
ya que así es la vida: ¡furiosa,
solitaria, una más entre miles!
Febrero de 2010
© Wilhelmus Blaranzita
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