La arena descansada al albedrío
del viento en mareas se dispersa;
asì ves, nada ajeno's a la fuerza
que mueve a toda cosa con su brío.
Un poco de calor, un poco d'alma
dispone'l universo en su mesa
y cuando se retira bien le pesa
a toda'sta materia verse'n calma,
por mucho que se queje y asevere
que haga tanto bien este reposo.
El cuerpo ni siquiera cuando muere
termina siendo un acopio ocioso;
llegado el tiempo, sea cuando fuere,
su polvo a los aires dará gozoso.
Agosto de 2011
© Felipe Serra
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