domingo, 5 de junio de 2011

Timidez

En Otoño, las hojas fenecen
y nacen nuevas melancolías
y la soledad, dulce a veces
abre en el alma nueva herida.
¿Por qué echarse encima el peso
del mundo sobre cansados hombros?
Si con Eros debiese bastarme
y, sin embargo, lo desconozco.

El dulce placer del eremita
en cruz se torna con la morriña
del que protege su corazón
de los azares del buen amor.

Tan ajenos caminos tomaron
los que nacieron para juntarse,
rechaza mi juicio timorato
fundirse en amorosos trances.
Allí estás, aquí estoy, ¡Ay!
¡Qué duro es cuando la distancia
nada perjudica al demonio
que con requiebros nunca se sacia!

Son anejos los mayores gozos
a las tristezas más refulgentes.
El hombre paga así el precio
de cada circunstancia alegre.

Mayo de 2010

© Wilhelmus Blaranzita

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